Por Oscar Henríquez Arriagada
El psicólogo de la universidad de Yale, Stanley Milgram, quería entender porque tanta gente participó en actos crueles como los que ocurrieron en la segunda guerra mundial. El teorizó que generalmente las personas obedecen a figuras de autoridad, por lo que se preguntaba “¿podría ser que Eichmann y su millón de cómplices, solo obedecieran órdenes?”. A partir de ese razonamiento, en 1961, comenzó a realizar experimentos de “obediencia”.
Se invitó a participar a personas, en un estudio de la memoria. Cada ensayo, tuvo un par de individuos separados entre “Maestro y Alumno”. Uno era un actor, y solo uno era un participante verdadero. El sorteo fue manipulado, para que el sujeto de estudio fuese siempre el “Maestro”. Fueron colocados en habitaciones separadas y al “Maestro” se le iban dando instrucciones en el cual, pulsaban un botón para penalizar con una descarga eléctrica al “Alumno” cada vez que diera una respuesta incorrecta. La potencia de la descarga aumentaba cada vez más. El actor – el Alumno – comenzaba a quejarse más y más, hasta llegar a gritar estrepitosamente por el supuesto dolor. Milgram entonces descubrió que la mayoría de los participantes – los Maestros – cumplieron órdenes al continuar aplicando y aplicando descargas, a pesar del evidente sufrimiento del “Alumno”.
Entonces, podemos claramente inferir, a partir de este estudio, que las personas obedecen órdenes, incluso yendo en contra de sus propios preceptos morales o la evidencia empírica, por sesgos de autoridad. Es como cuando uno va por un dolor de cabeza al médico, y la simple bata blanca que viste, establece inconscientemente, una posición de sesgo de autoridad, que nos hace cumplir las órdenes del médico, aunque estas nos parezcan erradas.
Ejemplos así, podemos encontrar muchos, pero en la discusión de la ley de remanentes, este efecto se ha hecho más patente.
La discusión se ha basado en preceptos errados, pero que esgrimidos por sectores que entienden un poco más que lo que entiende una persona normal, respecto a términos técnicos y procesos biológicos de los recursos, dejan sin respuesta a quienes toman las decisiones, “obedeciendo” a ese sesgo de autoridad. Y como nadie contesta con argumentos de peso, se termina cayendo en esta situación.
Ilustremos con un par de ejemplos. Se ha dicho que la ley de remanentes aumenta lo autorizado por el comité científico en torno a la cuota definida máxima a capturar. ¿No es exactamente lo mismo, cuando compramos “papeles” con cuota de jurel al extranjero y las capturamos en el mar territorial de Chile? ¿Cuánto se sobreexplota la CBA establecida por el ministerio? A grandes rasgos, casi un 20%. Efecto CASI IGUAL, a lo que produce la ley de remanentes. Pero aquí, aumentar la captura límite establecida por la ciencia, es sinónimo de alegría y de, a coro, gritar “¡jurel! ¡Jurel!”
En qué quedamos. ¿Es bueno o no superar las recomendaciones científicas?
Otro punto simpático de analizar es respecto al supuesto daño a la biomasa disponible. A ver, cómo explicar esto. Primero, no hay evidencia que demuestre que la aplicación de los remanentes afecte a la biomasa desovante. ¡No hay! De hecho, uno de los argumentos del comité científico para incluir recomendaciones con y sin ley de remanentes, es que aumenta la incertidumbre de la evaluación de stock, debido a que el supuesto de captura queda en el aire. Eso es real. Pero si la ley de remanentes hubiese sido aprobada antes de la reunión del CCT, habría sido una solución, pero bueno. En resumen, aumenta la incertidumbre. En buen chileno, no sabían o sabían poco, y ahora saben menos.
Además, se indica que la mortalidad natural que pasa de un año a otro es cerca al 60%. Calculan. Estiman. Suponen. Como si los pescaditos entendieran el año calendario humano. No señores, no hay evidencia que permita decir que los ciclos biológicos son en año calendario. Ninguna. De hecho, es una gran limitante, por eso se avanza en evaluar en año biológico todos los puntos biológicos de referencia. Entonces, ¿por qué se insiste en calcular la mortalidad natural en año calendario? No lo sé Rick… ¿Quizá sea porque administrativamente la cuota no se puede entregar en año biológico? ¿Tal vez entonces no será un problema administrativo propio del sistema de administración pesquero, y no un comportamiento irresponsable o perverso – parafraseando a la presidenta de la comisión de medioambiente – de la flota cerquera artesanal?
Finalmente, como gran parte de la evaluación es año biológico, ¿no creen que sea de toda lógica o sentido común, que mover el esfuerzo de pesca desde la segunda parte del año – octubre a diciembre – que tiene mayor actividad reproductiva, a la primera parte del año, donde el estado y el rendimiento del recurso pesquero está en mejor estado, es una medida positiva? Se enfoca el esfuerzo de pesca en una época del año donde el recurso está en mejor estado.
Pero, en fin, quien da la órdenes, le está diciendo al “Maestro” que aprete el botón, y este está apretando a pesar de que escucha los gritos (en este caso las demandas) del sector pesquero artesanal, el “Alumno”. Lástima que aquí ese “Alumno” no es un actor, sino que es el sector pesquero artesanal y los gritos son reales.
Sobre el autor:
Oscar E. Henríquez Arriagada es Biólogo Marino, con mención en pesquerías, con más de 15 años de experiencia trabajando con pescadores artesanales. Fue director zonal de Pesca de las regiones de Ñuble y Biobío, Secretario ejecutivo de los 8 comités científicos pesqueros y comisionado para el tratado internacional de subsidios a la pesca, en la OMC, Ginebra, Suiza.
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Fotografía: Archivo Subpesca.