Por Pesca y Acuicultura

En el contexto actual de bajo o nulo crecimiento económico, el Gobierno ha anunciado estar trabajando en una serie de medidas de impulso al crecimiento y productividad. ¿Siente en dicho sentido un cambio de tono hacia la actividad salmonicultora en atención a la importancia económica que tiene para el país y en especial para las regiones del sur?

Efectivamente vemos que el Gobierno ha anunciado un impulso al crecimiento y productividad pero no hay un cambio real que nosotros podamos percibir en cuanto a la actitud que han tenido con la salmonicultura. El único cambio se ha dado sobre la base de la presión que hemos realizado con los trabajadores y algunos gremios en función de generar estabilidad y que también exista sintonía en cuanto a que debemos cuidar del mar todos aquellos que tenemos con él una relación directa: ambientalistas, comunidades pueblos originarios, pescadores artesanales y salmonicultores. Por el contrario, no hemos visto la intención del Gobierno de reunir a todos los actores y eso es preocupante para nosotros.

El Ministro Grau ha negado la existencia de dos almas en el Gobierno respecto de cómo enfrentar el desarrollo económico del país, sin embargo mientras el Presidente Boric celebraba la firma de un protocolo que abría las puertas a nuestro salmón desde el Ministerio del Medio Ambiente se despachaba un oficio que fue visto como un balde de agua fría por el sector. ¿Cómo ven esta dicotomía?

Es innegable la existencia de estas dos almas, no solo en el aspecto económico productivo, sino también en el aspecto político. Si bien el hecho de firmar un acuerdo comercial con China para la exportación de salmón abriendo un mercado gigantesco nos da cierta tranquilidad a los trabajadores de que la industria puede mantenerse e incluso crecer, lo que ha hecho Medio Ambiente justamente habla de la otra mirada del Gobierno. Una mirada ultra ambientalista y sesgada que pone en tela de juicio cualquier modelo de desarrollo. La sustentabilidad se tiene que dar pero siempre considerando a quienes trabajamos y vivimos del mar.

¿Cuáles son las principales preocupaciones actuales de los trabajadores del sector?

No puede haber una política que cierre los espacios a una actividad productiva que da tanto empleo de calidad. Si bien es cierto existen brechas a superar con las empresas, la falta de certeza jurídica y de desarrollo económico solo genera más incerteza para los trabajadores. En paralelo, la industria debe ser sustentable y sostenible con su gente y con los territorios en que se desarrolla. Otro punto que nos preocupa es la «Ley Lafkenche», que debe ser mejorada. Al respecto los espacios inmensamente extensos que se entregan a comunidades que no tienen capacidad de gestionar estos territorios rompe la armonía con los demás sectores del territorio como la pesca artesanal.

Durante el debate en el Congreso, algunos parlamentarios instaron a las empresas a hacer valer sus puntos de vista directamente y no utilizar a los trabajadores como mandatarios. ¿Qué puede responder a dichos emplazamientos?

Al respecto nosotros respondemos fuerte y claro. Es una falta de respeto de parte de ellos hacia los trabajadores olvidando que ellos son también trabajadores nuestros y que su dieta se paga con los impuestos a los que también contribuimos. La honorabilidad no tiene que darse por sentada por su sola condición de parlamentarios sino que se tiene que dar por el respeto y la representatividad con sus territorios y su gente. Nosotros hacemos el llamado a ser respetuosos y ser consecuentes. Los trabajadores nos hemos preparado para estos debates, y nuestras organizaciones están también compuestas por profesionales de diferentes áreas por lo que sabemos de lo que estamos hablando y no tenemos ningún reparo en hacer ver nuestra opinión. Desde la multisindical extendemos una invitación a los parlamentarios que son de otras regiones a venir y conocer nuestra realidad para que se formen una opinión seria, acabada e informada sobre lo que nosotros vivimos acá y no solo sobre la base de videos y documentales de ONGs foráneas al territorio que han sido muy exitosas en imponer una realidad que no es tal y que por cierto ha cambiado a lo largo de los años.

Durante la discusión por la Ley Sbap uno de los grandes ausentes en el debate fue el ministro de Economía, contando incluso con la presencia de Mario Marcel en la última sesión de la comisión mixta. ¿Sienten al ministro Grau como un interlocutor válido para discutir el futuro de la actividad?

Se siente que un ministerio tan importante como el de Economía no esté presente en un debate tan relevante como es el desarrollo del modelo productivo de una industria. La ausencia del ministro Grau en la discusión por la «Ley Sbap» deja la mesa coja por lo que resulta imperioso que tome el liderazgo de una discusión que es precisamente parte de su área de competencia articulando con ello los diferentes aspectos en juego. Consideramos asimismo al Ministerio del Trabajo como otro gran ausente.

Cuando aún ni siquiera se dictan los reglamentos necesarios para hacer efectivas las leyes sobre escape de salmones y sedimentos en el fondo marino, el Gobierno anuncia la formulación de una Nueva Ley de Acuicultura. ¿Qué observaciones les genera dicho anuncio?

Los reglamentos son una responsabilidad del Gobierno. Que aún no se terminen de implementar estos cambios y ya se hable de una nueva ley obviamente genera resquemores. Nos preocupa que insistan es sacar a la acuicultura de todas las áreas protegidas en vez de avanzar en la sustentabilidad propiamente tal. Nos parece que el debate en esos términos solo pone más presión en favor de aquellos que se han planteado como alternativa terminar con la actividad.

¿Qué viabilidad ven en la creación de un nuevo marco normativo teniendo presente que los mismos encargados han postergado una y otra vez el ingreso del proyecto de Nueva Ley de Pesca?

Nosotros nos marginamos de la ley de pesca porque está relacionado con un debate distinto entre pescadores industriales y artesanales, pero observando cómo se ha dado dicho proceso creemos que en materia de acuicultura debe haber mucha más participación por parte de los trabajadores de la que hubo en materia pesquera. Al respecto vamos a exigir mayor discusión, que exista una mirada integral, con un debate serio, en el que nos sintamos verdaderamente reflejados. Lanzar ideas y propuestas de ley es fácil pero su materialización debe ser realista. Una nueva ley debe ingresar con un marco bien construido y no solo para cumplir plazos o compromisos con grupos de interés o dar señales políticas.

¿Qué expectativa tienen sobre lo que debería ser una Nueva Ley de Acuicultura y qué rol esperan tener en su elaboración?

Creemos que somos actores fundamentales. No se puede legislar sin considerar los impactos económico, sociales, laborales y medio ambientales. Por lo mismo esperamos tener un rol preponderante en su formulación. Quienes conocemos mejor la historia de esta industria, así como su presente y creemos en su futuro debemos cumplir un rol fundamental en cualquier debate al respecto.

Las manifestaciones en las ciudades del sur durante la tramitación de la Ley Sbap sorprendió a varios por su amplia convocatoria. ¿A qué atribuyen dicho éxito? ¿Se podría repetir?

Para nosotros no fue sorpresivo. Tal vez para el Gobierno. Entre trabajadores estamos conectados y tenemos comunicación entre nuestras organizaciones. La tecnología hoy ayuda mucho al respecto. Además se trató de una convocatoria transversal a nivel social, que no tiene nada que ver con política contingente. La gente sintió amenazado su modelo de vida y de desarrollo. Por lo mismo es que se puede repetir y de forma incluso más masiva. Se ha generado conciencia en que lo que los trabajadores estamos haciendo por nuestro territorios es lo que los va a hacer grandes. La gente entiende que sin salmonicultura no hay empleo en nuestras comunidades. Nunca se planteó una alternativa viable. La sustentabilidad no pasa por la eliminación de la actividad. Por lo mismo, los territorios se van a manifestar cada vez que se tomen decisiones sin su participación.